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Ponerse gafas de sol no es (solo) cuestión de estilo. Los rayos ultravioleta son los responsables de la mayoría de las lesiones oculares y se pueden evitan fácilmente con unas buenas gafas de sol.
Todos los corredores deberíamos ponernos siempre gafas de sol, incluso en invierno. Es muy fácil que cuando salimos a correr por senderos o por el campo nos entre en el ojo suciedad, arenilla, polen o incluso algún insecto. La más mínima mota de polvo puede causar una erosión en la córnea que puede acabar en una infección en los ojos. Esa es una buena razón para elegir unas buenas gafas de sol, tal vez de las que usan los ciclistas.
Otra es el astro rey. Igual que protegemos la piel con las mejores cremas solares, la luz del sol también causa estragos en los ojos. Si no tomas precauciones te expones a sufrir de fotoqueratitis o fotoconjuntivits, que no es otra cosa que el daño causado a la córnea y a la conjuntiva por la luz solar. Aunque no mires directamente al sol, su reflejo en la tierra, el asfalto, la arena o el agua es suficiente para producirnos lesiones.
Además de gafas de sol, las gorras y viseras son algunos de los accesorios que no puede faltar en su equipación deportiva. Ayudan a prevenir un golpe de calor, pero también protegen los ojos, aunque nunca deben sustituir a las gafas de sol.
Los ojos tienen su propio sistema de protección ante el exceso de luz, que se activan cuando algo nos deslumbra (en el sentido literal de la palabra). Los fotorreceptores son extremadamente sensibles a la luz, por eso han desarrollado un sistema de escudo: las células del epitelio pigmentario que, gracias a la melanina y a la lipofucsina, son las encargadas de absorber el exceso de luz que llega a nuestra retina. Funciona, sí, pero hasta cierto punto. Cuando hay un exceso de luminosidad durante un periodo prolongado, la sobrecarga de trabajo acaba acelerando su envejecimiento lo que afecta directamente a la calidad de nuestra visión. Por eso a las personas de ojos claros les molesta más la luz solar, porque tienen menos pigmento en los melanosomas y por tanto su escudo de protección solar es más débil.
Los seres humanos no vemos esta radiación, pero es muy poderosa, hasta el punto de que puede dañar o hacer mutar nuestras células. No la vemos porque los rayos UV tienen una longitud de onda menor a 400 nm y nuestros fotorreceptores solo responden a una longitud de onda superior a los 400 nm. Pero el daño provocado por la radiación UV que llega a nuestros ojos es acumulativo y permanente. Puede afectar a distintas estructuras oculares, entre ellas la conjuntiva, la córnea, el cristalino y la retina. Si embargo, no todos los rayos ultraviolentas son iguales: a menos longitud de onda, más activos biológicamente y más peligrosos.
Es la menos energética, y s de este tipo la mayor parte de rayos UV del sol que nos llegan a nosotros. Atraviesa algunos tejidos, es la responsable de nuestro bronceado y del envejecimiento de la piel. Puede dañar algunas células.
Es más peligrosa que la radiación UVA porque es mucho más energética. Su incidencia varía dependiendo de la estación del año y de la hora del día. Por ejemplo, en el hemisferio norte es más prevalente en verano y en las horas del mediodia. Son rayos mucho más activos que pueden producir quemaduras y cáncer en la piel, lesiones oculares y daño en el ADN celular.
La exposición continuada de la córnea a la luz UVB provoca daños considerables a su mecanismo de protección antioxidante natural:
· Cataratas: En el cristalino, el daño acumulado a lo largo del tiempo puede hacer que amarillee y pierda su transparencia, debido a que provoca cambios irreversibles en sus proteínas. Por eso es uno de los desencadenantes del desarrollo temprano de las cataratas.
· Pinguécula: Una lesión en la conjuntiva que sufren algunos corredores y aquellos que realizan muchas actividades al sol causada por el exceso de exposición a la luz solar. No es grave, pero puede tener consecuencias molestas, como continua sequedad en los ojos.
· Pterigion: es un crecimiento de tejido carnoso que puede comenzar como una pinguécula. Un pterigión puede afectar tu visión y necesitar una cirugía. Los surfistas y marineros están familiarizados con esta lesión.
· Degeneración macular: Cuando la radiación ultravioleta llega al fondo del ojo, una parte es absorbida por el pigmento del epitelio pigmentario. Allí se encuentra la mácula, una zona de la retina central que que proporciona la máxima agudeza visual. Una exposición reiterada a la luz solar puede causar degeneración macular asociada a la edad.
No suele incidir sobre nosotros porque esta radiación queda absorbida por la atmósfera. Pero los UVC tienen una aplicación práctica. Tienen una acción es germicida, por lo que se utilizan para desinfectar las superficies de trabajo en los laboratorios científicos o para esterilizar material quirúrgico. Son muy peligrosos para el ser humano, por eso solo se pueden hacer la esterilización con rayos UVC cuando no hay nadie en la misma estancia.
Yo, que además soy fotofóbica y uso lentes de contacto permeables al gas, llevo gafas de sol siempre que salgo de casa, porque además de protegerme de los rayos solares, también me guarecen del viento. Y la verdad es que, visto cómo está la capa de ozono, todos deberíamos llevar gafas con filtro para las radiaciones UV. Sobre todo los deportistas que pasamos horas bajo los elementos, pero también los niños. Sus tejidos no están maduros y la pigmentación no está consolidada, por lo que tanto su piel como sus ojos son especialmente vulnerables a los rayos solares.